Inteligencia emocional y calidad de vida · I ·

Comenzaremos dando por aceptados los siguientes enunciados:
«La inteligencia es la facultad de entender» aunque una definición más amplia es la propuesta por Howard Gardner. «La inteligencia es la capacidad, tanto para resolver problemas como para hacer cosas valoradas por la cultura».
Es decir que la inteligencia, al ser una capacidad, es una aptitud ó una suficiencia no sólo para entender, sino para ejecutar, elaborar, desarrollar algo.
Ese algo puede ser comunicar, imaginar, abstraer, razonar, percibir tonos y sonidos y controlar el cuerpo, maniobrar objetos ó instrumentos, en suma, destrezas que pueden ser desarrolladas por el aprendizaje, sin dejar de tener en cuenta el componente genético.

En la interesante clasificación del autor de las inteligencias múltiples, dos de ellas, configuran lo que para Gardner es la inteligencia emocional.
Ellas son la inteligencia interpersonal y la inteligencia intrapersonal.
La inteligencia interpersonal es la capacidad de comprender lo que le ocurre a los demás.
La inteligencia intrapersonal es la capacidad correlativa vuelta hacia el interior de uno mismo, que nos permite entender lo que sucede en nuestra mente.
Ambas constituyen la inteligencia Emocional.

En su afán por identificar los factores que determinan el éxito de los individuos, se ha pretendido atribuir al alto coeficiente intelectual, como uno de ellos, pero lo que se ha concluido después de minuciosas observaciones es que el coeficiente intelectual solo interviene en un 20%, mientras que el 80% está vinculado a los factores que incluyen en la inteligencia emocional.
Por lo tanto, la capacidad emocional es tan importante para el éxito, como el coeficiente intelectual.

Uno de los rasgos principales de la inteligencia emocional es el conocimiento de uno mismo, lo que equivale a reconocer un sentimiento cuando este se nos presenta, conocer la fuerza de esa emoción o los hechos que la provocan.
Sólo así podemos comprender las emociones de los demás y estar capacitados para interrelacionarnos positivamente.

«Conócete a ti mismo» es la piedra angular de la inteligencia emocional.
Sentir lo que siento y lo que siente el otro, saber las causas que generan los sentimientos, saber que efectos producen en los demás nuestros sentimientos, todo ello es tener conciencia emocional.

Otro de los rasgos de la inteligencia emocional es: tener empatía.
Esta se alcanza a medida que en una relación se desarrolla confianza mutua y comunicación sincera, es decir, una relación sana.

"La educación emocional es el método más directo y efectivo para utilizar la emoción "

Surgen así recíprocas intuiciones, las que deben ser compartidas y convalidadas.
Sólo se puede percibir las emociones que vive una persona, gracias al poderoso instrumento que es la intuición.
La intuición es parte componente de la empatía, que es más que poseer información sobre el otro.

Las emociones ocasionan efectos en nosotros y sobre los demás.
Es de inteligencia emocional hacemos responsables por estos efectos, disculpamos por los errores que podamos cometer en perjuicio del otro.
Esto significa, adecuado manejo de nuestras emociones.

Mostrar autodominio para soportar las tormentas emocionales, mostrando equilibrio sin suprimir la emoción.
El impulso, es el instrumento de la emoción.
La fuerza del impulso, es controlada por el autodominio.
El inteligente emocionales capaz de refrenar su propio impulso emocional, interpretando los sentimientos más íntimos, cuando proviene del otro lo que le posibilita conducir la relación con un manejo más fluido.

Sin olvidar el componente genético, presente en todos los tipos de inteligencia, la emocional incluida, y los factores externos y ambientales responsables de su desarrollo, tendremos que reconocer que las emociones se ubican en el centro de las aptitudes para desempeñarse en la vida y que el equilibrio emocional es necesario para proteger la salud y el bienestar, por ende, la calidad de vida.

La educación emocional es el método más directo y efectivo para utilizar la emoción de manera inteligente, para establecer contacto con, nuestros sentimientos y a partir de allí establecer una verdadera relación con los demás, obteniendo el mayor provecho posible para cada encuentro, para cada contacto humano, cada vínculo.

(Contínuará).
Dr. Abraham Botbol, en Revista "Reunión de Administradores" Nov/2007